• A través del sello “Comunidades Azules”, se busca reconocer y visibilizar a las comunidades pesqueras de pequeña escala que gestionan sus recursos de manera sostenible, equitativa y responsable con el entorno.

“Queremos llegar a un mercado de consumidores especiales”, así resume Jorge Loy, werkén de la comunidad Loy Cumilef, el propósito que guía el esfuerzo de Caleta Huellelhue por recuperar el choro zapato, un producto que tuvo décadas de esplendor antes de verse afectado por la extracción desregulada.

Gracias al apoyo del proyecto GEF Incentivos Económicos para la Conservación, la comunidad participa en una iniciativa destinada a acelerar la recuperación del banco natural de choro zapato mediante diversas estrategias, entre ellas la producción de semillas en el criadero del Liceo Politécnico de Mehuín. Para seguir avanzando en este proceso, la semana pasada se instaló una línea de cultivo para que las semillas se aclimaten al ambiente estuarino, antes de ser sembradas en las zonas que la comunidad ha identificado como adecuadas para el desarrollo de estas semillas. 

Si los pronósticos positivos se cumplen, la comunidad deberá prepararse para el desafío de impulsar una comercialización responsable de su producto estrella. Con ese propósito, la ONG Pesca Sustentable, a través del programa Futuro Azul, está diseñando un sistema de reconocimiento y certificación dirigido a comunidades que promueven buenas prácticas de pesca. 

A través de la iniciativa “Comunidades Azules”, se otorgará un sello para reconocer y visibilizar a las comunidades pesqueras de pequeña escala que gestionan sus recursos de manera sostenible, equitativa y responsable con el entorno, fomentando una comercialización justa y diferenciada en mercados que valoran la sostenibilidad. “La idea es que los compradores puedan reconocer y valorar que no es lo mismo un choro zapato que proviene de una pesca ilegal o de un banco sobreexplotado, que uno extraído en comunidades como Huellelhue”, explica Miguel Espíndola, director de Conservación Oceánica de la organización.

Jorge Loy además destaca la importancia de un modelo basado en el respeto por el entorno:  “La intención no es producir a gran escala ni alterar el ecosistema natural, sino favorecer la reproducción del choro y su repoblamiento hasta alcanzar un equilibrio saludable”.


Antecedentes

Caleta Huellelhue es una localidad costera de la comuna de Río Negro, ubicada en la Región de Los Lagos y que desde 2005 se encuentra protegida a través de la figura Área de Conservación de Múltiples Usos Lafkén Mapu Lahual.

Según Claudio Castro, profesional del Ministerio del Medio Ambiente que ha trabajado por más de 15 años en este territorio, la figura de conservación ha sido clave para compatibilizar la protección ambiental con la vida comunitaria: “Esta connotación permite que las comunidades permanezcan y sigan realizando sus actividades consuetudinarias de manera equilibrada con la protección. Aquí tenemos una figura de conservación que no es estricta, sino que muy coherente con la forma de convivir de las mismas comunidades”.

Castro destaca además que este modelo ha permitido desarrollar instrumentos de gestión territorial que fortalecen la gobernanza local. Uno de ellos fue declarar al choro zapato como Objeto de Protección (OdP), lo que sentó las bases para elaborar un plan de manejo orientado al uso sostenible de este recurso.

Con esta herramienta en marcha, y a partir de los resultados de los monitoreos del estuario, la comunidad —con el apoyo de instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil, como el Centro de Pesca Sustentable— impulsó una medida pionera a nivel nacional: una veda extractiva. Esto significa que fueron ellos mismos quienes decidieron detener temporalmente la extracción del recurso, con el objetivo de favorecer la recuperación natural del banco de choro zapato.

Después de 5 años, los resultados de esta estrategia evidencian una notable recuperación: el primer monitoreo en el año 2015 estimó que el estuario albergaba poco más de 22 toneladas, mientras que el levantamiento de datos realizado en 2024 mostró que la población se incrementó  a más de 92 toneladas.

Proyecciones

Además de promover la certificación de origen responsable, Futuro Azul busca vincular comercialmente a las comunidades con los “embajadores del mar”, mediante un marketplace sostenible que reúna a productores y compradores comprometidos con la conservación oceánica. Este sistema pretende construir un ecosistema colaborativo que conecte directamente el esfuerzo de las caletas artesanales con consumidores que valoran la trazabilidad, la calidad y la sostenibilidad de los alimentos del mar. 

Sobre las posibilidades de comercialización, Cristian Loy, integrante de la comunidad comentó: “Estoy con bastantes expectativas de este proyecto porque significa que a futuro podemos tener un ingreso del choro zapato que nos permita sacarle provecho a los que tenemos acá”.